Rojo sangre 185 C · Intro
-¡Dén pol culo a las sardinas!
Son las once de la noche, estoy en la quinta leche, me da vueltas la cabeza, me quedan cuatro horas para llegar a casa, el portafolio que llevo incustrado en el culo me hace sufrir horrores y conducir cada vez se me hace más difícil.
Nueve horas antes:
-Lo que yo quiero es algo diferente, que sea como yo pero distinto, que diga de mi: por ahí va el Rey de las Conservas. Algo de calidad, por que mis productos son de calidad, rapaciño, ¡más mejores no los hay!.
¿A tí te gusta Santana? ¿los discos de Santana…? Pues algo así, dibujao, que lo veas y digas: ¡Buaaala!, que la gente vea pasar un camión de Conservas Follero y diga: ¡buaaaala!,¡ por ahí va un camión del Follero! Con sus sardinas realistas y los pulpitos que se te quieren comer mismamente de lo frescos que se ven.
Dále un par de vueltas o dos y de paso te revisas el presupuesto, a ver si te crees que esto es la NASA… o la OTI. Que esto es un pueblo pequeño, hombre, coño, joder.¿dónde me invitas a comer? Cuando vaya a tu despacho, que un día tengo que ir, pago yo.
Aún me apesta el aliento a orujo cuando dejo el coche en el párking de Pepe car y enfilo tambaleante entre cansado y medio taja hacia la puerta 15, destino Barcelona.
Aún me apesta el aliento a orujo cuando bajo del taxi en Gran Via/Aribau.
-Es que el de hierbas es muy cabezón, son 42 euros, por la nocturnidad…
-…y por la alevosía. Gracias, no se quede con el cambio.
El tiempo de besar a hurtadillas a mis tres mujeres, comérme un paquete de fránfurs delante de la nevera abierta con los pies descalzos –qué gusto- y dejarme caer rendido en el sofá.
-¡Dén pol culo a las sardinas!.
-Cortado solo leche natural!
Es una rutina nefasta y de efectos laxantes inmediatos: Un cortado frío y un par de pitis.
Prensa la que tengan.
Hoy me ha tocado un diario gratuito, he llegado más tarde que el agüelete ocioso y me ha quitado La Vanguardia:
Atentado en Afganistán, El hijo de Romerito traspasado al Galatasaray por 70 millones de euros, un tornado arrasa Florida (no se lamentan víctimas), un tornado arrasa Malasia (12.000 víctimas), sube el Euribor, un israelí y un palestino se casan en Montecarlo, hallan el cadáver de Emilio Follero, insígne empresario conservero, en las pocilgas de su Pazo.
Van Morrison pone su voz al ogro en Shrek VII.
¡Me cago en su puta madre! ¡Van Morrison se ha vendido!
Son apenas décimas de segundo hasta que reparo en el titular, me da vueltas la cabeza y apenas tengo fuerzas para pasar las hojas.
Página 37:
El insígne empresario gallego Emilio Follero, propietario de Conservas Follero y accionista
mayoritario del equipo de vólei femenino de Cangas fue encontrado muerto a las 19’30 de ayer por uno de sus empleados. El cadáver se hallaba en las pocilgas de su finca. Por toda información al cierre de ésta edición se sabe que presentaba signos evidentes de estrangulamiento. En la pared de la corte, escrito con heces de gorrina se podía leer un críptico mensaje: SPPPT Forever!…
Siempre he sido de pensar rápido (lo que no quiere decir más que eso). Ahora mismo mi cerebro echa humo mientras se agolpan las ideas una detrás de otra, haciendo cola para acceder al departamento de decisiones, colapsado más que nunca y como casi siempre.
El abotargamiento producido por el orujo aún no me deja recordar con claridad datos de la tarde anterior que me permitan tomarme los hechos con tranquilidad: No sé exactamente que hora era cuando dejé a Follero en su Pazo, camino del aeropuerto. Sé a qué hora cogí el vuelo, sé que yo no lo maté, y no por falta de ganas. Aunque también sé que nadie nos vió despedirnos, mucha gente si sabe que pasamos juntos la mayor parte del día, despachando la nueva imagen corporativa de Conservas Follero ¡más mejores no las hay!.
A saber: Las cuatrocientas personas de su factoría conservera, o la mayoría pues la visita guiada con que me obsequió el prócer de las sardinas, amante de la vehemencia grandilocuente, aspavientoso y excesivo, no dejó lugar a dudas sobre la presencia en la planta de un “dibujante catalán que nos va a hacer la marca nueva”.
También estaba Remedios, su más que solícita secretaria (así me la presentó) algunas docenas de lugareños con que topamos camino de Casa Jandro, templo del Orujo y por supuesto el propio Jandro y su plantilla de camareros, dedicados ese día casi en exclusiva a satisfacer cada capricho de Don Emilio.
Después de una sobremesa llena de tetas y culos, de menudos sinvergüenzas los sindicatos, de Stoitchkov en el Celta menudo pallaso, de ¿y aparte de dibujines, tendrás otro trabajo más serio, no? y de¡ nene otro orujo! y hasta que dejé a Follero en la puerta de su Pazo, a cuatro patas, calculo que transcurrió casi hora y media sin que vieramos a nadie más y nadie más me consta que nos viera. Paramos varias veces a orilla del serpenteante camino que va del núcleo urbano (sic!) hasta la solitaria e inmensa propiedad del empresario para que, algunas veces Follero y otras yo mismo aliviaramos los excesos entre los helechos o a pié de centenarios robles.
Casi hora y media más que suficiente para que Lapuerta, el sabueso, el serloc jólmes de las Rías Bajas se convirtiera a partir de ese momento en mi pesadilla particular, cosa que yo, mientras dejaba el diario en la mesa y salía al terapéutico aire de l’Eixample, aún no sabía.
Son las once de la noche, estoy en la quinta leche, me da vueltas la cabeza, me quedan cuatro horas para llegar a casa, el portafolio que llevo incustrado en el culo me hace sufrir horrores y conducir cada vez se me hace más difícil.
Nueve horas antes:
-Lo que yo quiero es algo diferente, que sea como yo pero distinto, que diga de mi: por ahí va el Rey de las Conservas. Algo de calidad, por que mis productos son de calidad, rapaciño, ¡más mejores no los hay!.
¿A tí te gusta Santana? ¿los discos de Santana…? Pues algo así, dibujao, que lo veas y digas: ¡Buaaala!, que la gente vea pasar un camión de Conservas Follero y diga: ¡buaaaala!,¡ por ahí va un camión del Follero! Con sus sardinas realistas y los pulpitos que se te quieren comer mismamente de lo frescos que se ven.
Dále un par de vueltas o dos y de paso te revisas el presupuesto, a ver si te crees que esto es la NASA… o la OTI. Que esto es un pueblo pequeño, hombre, coño, joder.¿dónde me invitas a comer? Cuando vaya a tu despacho, que un día tengo que ir, pago yo.
Aún me apesta el aliento a orujo cuando dejo el coche en el párking de Pepe car y enfilo tambaleante entre cansado y medio taja hacia la puerta 15, destino Barcelona.
Aún me apesta el aliento a orujo cuando bajo del taxi en Gran Via/Aribau.
-Es que el de hierbas es muy cabezón, son 42 euros, por la nocturnidad…
-…y por la alevosía. Gracias, no se quede con el cambio.
El tiempo de besar a hurtadillas a mis tres mujeres, comérme un paquete de fránfurs delante de la nevera abierta con los pies descalzos –qué gusto- y dejarme caer rendido en el sofá.
-¡Dén pol culo a las sardinas!.
-Cortado solo leche natural!
Es una rutina nefasta y de efectos laxantes inmediatos: Un cortado frío y un par de pitis.
Prensa la que tengan.
Hoy me ha tocado un diario gratuito, he llegado más tarde que el agüelete ocioso y me ha quitado La Vanguardia:
Atentado en Afganistán, El hijo de Romerito traspasado al Galatasaray por 70 millones de euros, un tornado arrasa Florida (no se lamentan víctimas), un tornado arrasa Malasia (12.000 víctimas), sube el Euribor, un israelí y un palestino se casan en Montecarlo, hallan el cadáver de Emilio Follero, insígne empresario conservero, en las pocilgas de su Pazo.
Van Morrison pone su voz al ogro en Shrek VII.
¡Me cago en su puta madre! ¡Van Morrison se ha vendido!
Son apenas décimas de segundo hasta que reparo en el titular, me da vueltas la cabeza y apenas tengo fuerzas para pasar las hojas.
Página 37:
El insígne empresario gallego Emilio Follero, propietario de Conservas Follero y accionista
mayoritario del equipo de vólei femenino de Cangas fue encontrado muerto a las 19’30 de ayer por uno de sus empleados. El cadáver se hallaba en las pocilgas de su finca. Por toda información al cierre de ésta edición se sabe que presentaba signos evidentes de estrangulamiento. En la pared de la corte, escrito con heces de gorrina se podía leer un críptico mensaje: SPPPT Forever!…
Siempre he sido de pensar rápido (lo que no quiere decir más que eso). Ahora mismo mi cerebro echa humo mientras se agolpan las ideas una detrás de otra, haciendo cola para acceder al departamento de decisiones, colapsado más que nunca y como casi siempre.
El abotargamiento producido por el orujo aún no me deja recordar con claridad datos de la tarde anterior que me permitan tomarme los hechos con tranquilidad: No sé exactamente que hora era cuando dejé a Follero en su Pazo, camino del aeropuerto. Sé a qué hora cogí el vuelo, sé que yo no lo maté, y no por falta de ganas. Aunque también sé que nadie nos vió despedirnos, mucha gente si sabe que pasamos juntos la mayor parte del día, despachando la nueva imagen corporativa de Conservas Follero ¡más mejores no las hay!.
A saber: Las cuatrocientas personas de su factoría conservera, o la mayoría pues la visita guiada con que me obsequió el prócer de las sardinas, amante de la vehemencia grandilocuente, aspavientoso y excesivo, no dejó lugar a dudas sobre la presencia en la planta de un “dibujante catalán que nos va a hacer la marca nueva”.
También estaba Remedios, su más que solícita secretaria (así me la presentó) algunas docenas de lugareños con que topamos camino de Casa Jandro, templo del Orujo y por supuesto el propio Jandro y su plantilla de camareros, dedicados ese día casi en exclusiva a satisfacer cada capricho de Don Emilio.
Después de una sobremesa llena de tetas y culos, de menudos sinvergüenzas los sindicatos, de Stoitchkov en el Celta menudo pallaso, de ¿y aparte de dibujines, tendrás otro trabajo más serio, no? y de¡ nene otro orujo! y hasta que dejé a Follero en la puerta de su Pazo, a cuatro patas, calculo que transcurrió casi hora y media sin que vieramos a nadie más y nadie más me consta que nos viera. Paramos varias veces a orilla del serpenteante camino que va del núcleo urbano (sic!) hasta la solitaria e inmensa propiedad del empresario para que, algunas veces Follero y otras yo mismo aliviaramos los excesos entre los helechos o a pié de centenarios robles.
Casi hora y media más que suficiente para que Lapuerta, el sabueso, el serloc jólmes de las Rías Bajas se convirtiera a partir de ese momento en mi pesadilla particular, cosa que yo, mientras dejaba el diario en la mesa y salía al terapéutico aire de l’Eixample, aún no sabía.
1 comentarios:
Joder, me has dejado de pasta de boniato! Que coño pasa? Estás escribiendo un libro o es que el orujo es alucinógeno? Sea lo que sea, me has dejado impresionado, ya me contarás...ah! y viva el orujo!
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